La fantástica historia de JAMES Y EL MELOCOTÓN GIGANTE sale directamente de la mente maravillosa de un escritor inglés llamado Roald Dahl. Sí, la película que vamos a ver en la pantalla grande está sacada de un libro.

Pero eso no tiene nada de raro. Muchas veces, los cineastas encuentran las ideas para sus películas gracias a los escritores. Al leer sus libros se dan cuenta de repente, de que esa historia sería una película estupenda.

Y francamente, al leer la novela de Roahl Dahl es lo primero que se piensa …desde las primeras páginas ya se tiene la impresión de que esta increíble aventura está hecha para el cine.

Por eso la película rodada en 1996 por el cineasta Henry Selick es tan fiel al libro. A parte de algunos pequeños cambios, cuenta la misma historia y los personajes se parecen muchísimo a los que se imaginó el señor Dahl.

Por ejemplo, las dos horribles tías de James. En el libro, el escritor describe a Tía Sponge como una gran coliflor cocida. Pero la Tía Spiker no sale mejor parada, porque Dahl la compara con una vieja jaca

En la película, las dos actrices que hacen estos papeles se ajustan perfectamente a estas descripciones… ¡con un poco de maquillaje, claro !

¡Pobre James! Después de unos minutos de película, va y se queda sin padres. ¡Al papá y a la mamá se los come un rinoceronte que se ha escapado del zoo ! Menos mal que el cineasta no nos enseña esta escena tan impresionante.

Aunque a James esto le da igual: ahora es huérfano y tiene que vivir con sus dos tías horribles que le hacen trabajar como a un esclavo. Es muy desgraciado pero sin embargo conocerá a alguien que le cambiará la vida.

Sí, un curioso hombrecillo le hace un curioso regalo : una bolsa amuleto con mil lenguas de cocodrilos hervidas durante veinte días y veinte noches en la calavera de una bruja…

¡Hala ! ¡Sin querer, James tira la bolsa al suelo! Mil lenguas de cocodrilos se esparcen bajo las raíces de un viejo y seco melocotonero. Y entonces sucede algo increíble : un melocotón empieza a crecer, a crecer… y se hace tan enorme que se cae del árbol.

Astutas, la Tía Sponge y la Tía Spiker convierten el melocotón gigante en una atracción turística. Por supuesto, hay que pagar para verlo. Y el que recoge la basura que dejan los visitantes es el pobre James.

Una noche, nuestro protagonista descubre una abertura en el melocotón. Se mete por ella y dentro conoce a sus extraños habitantes. Y entonces empieza un gran viaje, más allá de los océanos, hasta América…

Con esos insectos gigantes, la película respeta totalmente el lado fantástico de la historia inventada por Dahl…¿Y cómo ha logrado el cineasta Henry Selick esta hazaña ?

Lo consiguió mezclando dos técnicas de realización muy distintas la una de la otra…hasta que James entra en el melocotón gigante, el cineasta utilizó la técnica más corriente.

Efectivamente, Selick filmó a los actores y actrices en carne y hueso actuando en decorados construidos en un estudio. Un rodaje totalmente normal, como los miles que se han hecho desde que se inventó el cine.

¡Sorpresa! A medida que James va arrastrándose por dentro del melocotón gigante, se va transformando en marioneta. ¡Caray ! ¿Y por qué el señor Selick hace este cambio ? La respuesta es sencilla : así le resulta más fácil.

Claro, si hubiera mantenido al actor en carne y hueso, el cineasta habría tenido que hacer unos insectos gigantescos. Ya sea la araña, la mariquita o el ciempiés, todos los habitantes del melocotón son más grandes que James.

Al sustituir al actor por una marioneta de veinte centímetros, más o menos, el cineasta ha resuelto el problema. Esta decisión le obligó a utilizar otra técnica de realización : la animación de imagen por imagen.